La mitigación de riesgos es uno de los extremos de la gestión de riesgos en cualquier negocio, que bien puede tener su desenlace en la evasión, transferencia o aceptación del riesgo.
Sin embargo, ante la creciente incertidumbre y volatilidad del mercado, mitigar riesgos es cada vez más crítico para la resiliencia organizacional, que no es otra cosa que su capacidad de respuesta ante lo inesperado.
Es común que incluso los profesionales más experimentados cometan errores que pueden comprometer la efectividad de sus estrategias de mitigación. Es por eso que decidimos redactar este breve artículo, que es la culminación de nuestra serie sobre los errores más comunes en gestión de riesgos.
Conocer estos errores comunes y entender cómo evitarlos es esencial para cualquier director de riesgos que busque proteger a su organización de manera efectiva.
Entendiendo la mitigación de riesgos
Importancia de una estrategia efectiva
Mitigar riesgos implica tomar acciones para reducir la probabilidad y el impacto de eventos adversos que comprometan la capacidad operativa-productiva, y/o competitiva de la organización, así como sus finanzas y reputación.
De esto se desprende que, si no se realiza correctamente, la organización puede enfrentar consecuencias significativas, como pérdidas financieras, daños a la reputación y otros riesgos operacionales.
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Subestimación del impacto del riesgo
No dimensionar el verdadero alcance de la materialización
No reconocer la magnitud de un riesgo puede llevar a medidas de mitigación insuficientes. Esto puede suceder por varias razones, entre las más típicas están el sesgo cognitivo de optimismo, que estarían a nivel personal o de área, pero también puede venir de una presión organizacional para no informar de la verdadera magnitud del riesgo; contraintuitivo como suena, pasa más de lo que nos gustaría haberlo visto.
Es crucial invertir en sistemas de recopilación y análisis de datos que aseguren la integridad y relevancia de la información que pensamos utilizar para poder predecir con la mayor certeza posible ante el impacto de un probable riesgo, y así estar listos incluso ante el peor escenario.
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Falta de recursos
La necesidad de una evaluación integral
Al momento de mitigar riesgos, además de atender sus dos dimensiones más típicas (probabilidad e impacto), debemos también considerar lo que necesitamos en el escenario de su materialización para ver las menores afectaciones posibles.
Este último paso suele pasarse por alto, dando como resultado la mala asignación de recursos, o que estos sean insuficientes para implementar medidas efectivas de mitigación.
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Comunicación deficiente
Falta de asertividad sobre la urgencia e importancia de los riesgos
No comunicar claramente los planes y procedimientos de mitigación a todas las partes interesadas puede llevar a una implementación deficiente.
Volviendo al error uno, hablamos de la presión organizacional y esto es una cuestión de cultura, ¿qué tanta transparencia hay en la evaluación de riesgos y la externalización de sus resultados? Pues bien, eso se verá reflejado también en la comunicación del riesgo.
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Dependencia excesiva en soluciones automatizadas
Implementación ineficaz
Confiar demasiado en la tecnología sin intervención o supervisión humana adecuada puede fallar en detectar ciertos riesgos. Basta un error en la captura de información, que esta esté incompleta o que no esté actualizada, para que tengamos la combinación necesaria para la tormenta perfecta.
La tecnología es una excelente aliada, pero -para bien o para mal- aún no es suficiente por sí misma; necesitas gente que revise y supervise la información con la cual nutrirás tus sistemas dedicados a control y GRC.
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No actualizar los planes de mitigación
No te duermas en tus laureles
Aterrizar un plan de mitigación lleva tiempo. Después de todo el esfuerzo que conlleva: verificar que se dimensionan correctamente los riesgos, pedir los recursos adecuados, comunicar las acciones asertivamente, y tener vigilancia sobre la tecnología de soporte, es fácil tener la falsa sensación de seguridad.
Aquí, recuerda siempre la máxima de los riesgos: nunca desaparecen, nunca son igual a cero. Los riesgos evolucionan y los métodos de mitigación deben actualizarse regularmente para seguir siendo relevantes.
Mejores prácticas para mitigar riesgos efectivamente
- Evaluaciones de riesgo continuas: realizar evaluaciones de riesgo de manera regular para ajustar las estrategias de mitigación según sea necesario.
- Capacitación y educación continua: asegurar que todos los empleados comprendan su rol en la mitigación de riesgos y estén capacitados para ejecutar los planes efectivamente.
- Pruebas y simulaciones: realizar pruebas regulares de los planes de mitigación para garantizar su efectividad en situaciones reales.
Evitar estos errores comunes y seguir las mejores prácticas recomendadas no solo mejora la capacidad de una organización para gestionar riesgos, sino que también fortalece su resiliencia general.
Al adoptar un enfoque proactivo y bien informado, los directores de riesgo pueden asegurar que su organización esté preparada para enfrentar y mitigar efectivamente cualquier adversidad.
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