La importancia de una cultura de riesgos para la resiliencia operativa

Todos cometemos errores, es parte de la condición humana. Dicen que “El principal truco para cometer buenos errores es no esconderlos, especialmente de sí mismo” y, en control y gestión de riesgos, esto implica comunicar a quien corresponda todo hallazgo e incidente al momento. ¿Cuáles son las consecuencias de no hacerlo así? Veamos…

La omisión: enemiga silencia de la cultura de riesgos

En el mundo acelerado de la logística y el transporte, la gestión de riesgos operacionales es fundamental. Imaginemos una empresa líder en este sector, donde un procedimiento crítico falla. Un importante centro de distribución sufre una interrupción debido a la omisión de un paso crucial en la cadena logística, provocando demoras significativas en la entrega de productos perecederos.

Sin embargo, el gerente a cargo opta por no informar sobre el incidente, temeroso de las consecuencias para su equipo y su propia posición. Este silencio podría tener repercusiones graves, pero revela un problema más profundo: una cultura de riesgos deficiente.

¿Qué hay detrás de una "simple omisión"?

La falta de notificación del incidente no solo oculta la realidad operativa, sino que también revela la ausencia de una cultura de riesgos efectiva, como decíamos líneas arriba. Una organización sin una cultura sólida en este sentido se expone a consecuencias devastadoras. En este caso, la no comunicación de la falla procedimental puede conducir a:

1. Daño reputacional: la omisión de errores puede dañar la reputación de la empresa, especialmente en un sector tan competitivo, pero también a nivel individual sobre los responsables del proceso.
   
   
2. Pérdida de clientes: las demoras en la entrega podrían llevar a los clientes a buscar servicios más confiables, sobre todo en el entendido de que una empresa de este sector es un intermediario que pone en riesgo la reputación misma de su cliente ante los clientes finales de este.
   
   
3. Sanciones regulatorias: la falta de notificación podría acarrear sanciones regulatorias, afectando aún más la viabilidad operativa; imaginemos las estrictas regulaciones de la industria farmacéutica, por ejemplo, y sus fuertes sanciones.
   
   
4. Clima laboral negativo: la omisión de información crea desconfianza entre los superiores, lo que puede llevar al temido y nada deseable micromanagement, desgastando las relaciones laborales, socavando la moral y entorpeciendo la colaboración.
   
   
5. Menor agilidad operativa: el saber que hubo un evento y que no se reportó, puede generar el “micromanejo” que mencionamos en el punto anterior, lo que acarrea una excesiva revisión, que entorpece el flujo operativo.

¿Qué hacer para lograr una cultura de riesgos?

Para abordar eficazmente este problema, se requiere gestión del cambio, ya que resistencias siempre habrá, en menor o mayor medida. Si este pretendido cambio cultural es respaldado por tecnología avanzada, las posibilidades de fricción serán menores, dado que precisamente para eso existe la tecnología, para facilitar y mejorar las tareas humanas. Además, estarás haciendo una inversión que resultará en una ventaja competitiva, ya que, si a ti te pasó, créenos, a la competencia también. Errores los comete cualquiera; aprovecharlos, registrarlos y capitalizar sobre ellos, solo los mejores.

Recomendamos entonces un plan de acción integral, que podría incluir:

• Implementación de una plataforma de GRC (Governance, Risk, and Compliance). Introducir una plataforma como ORCA, que centralice y automatice la gestión de riesgos operativos, facilita la identificación temprana de problemas y garantiza una notificación oportuna y objetiva, sin miedos, culpas (que si responsabilidades) ni omisiones.
  
  
• Formación continua. Proporcionar formación regular sobre la importancia de la notificación de riesgos para sensibilizar y fomentar una mentalidad proactiva entre los empleados.
  
  
• Establecimiento de procesos robustos. Reforzar los procedimientos operativos críticos y garantizar su adhesión rigurosa es vital; si suena a “mucho trabajo”, recuerda una vez más que justamente para eso esta la tecnología que agiliza y automatiza lo complejo, dando cabida a procesos más robustos.
  
  
• Cultura de transparencia. Fomentar una cultura que valora la transparencia, donde la comunicación abierta sobre eventos y los riesgos que dejan al descubierto, se ve como una contribución positiva al crecimiento y la mejora continua. Recuerda: el enemigo es el riesgo, no quien permitió que se materializara o quien no lo notificó; se buscan soluciones, no chivos expiatorios.

Beneficios de una cultura de riesgos fortalecida

Una cultura sólida de gestión de riesgos, respaldada por tecnología avanzada como ORCA, ofrece:

1. Mejora continua: identificación temprana de problemas para una mejora continua de los procesos.
   
   
2. Cumplimiento regulatorio: facilita el cumplimiento normativo al garantizar la notificación oportuna y la documentación adecuada.
   
   
3. Confianza del cliente: la transparencia genera confianza, manteniendo la lealtad del cliente incluso en situaciones adversas, donde la empatía, y no la caza de brujas, se vuelve el eje de la relación de mutuo beneficio.
   
   
4. Eficiencia operativa: procesos robustos y notificación oportuna conducen a una mayor eficiencia operativa.

Impulsar una cultura de riesgos sólida es esencial para la sostenibilidad y el crecimiento a largo plazo de cualquier empresa, especialmente en sectores tan dinámicos como la logística y el transporte.

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