Gestión de riesgos financieros en la era de la banca abierta

Publicado por Equipo ORCA el 02 de octubre de 2023

En el medio financiero de México se habla muchísimo, desde hace algunos años, del término fintech, pero hay otro término que suele estar aparejado con este, que muy seguramente también has escuchado: "banca abierta". ¿Qué tienen en común este par de términos y, sobre todo, qué riesgos financieros conllevan? Acá te lo contamos.

Banca abierta y Ley FinTech

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La banca abierta, como concepto, ha revolucionado la industria financiera en todo el mundo desde que en 2016, cuando la Autoridad de Mercados y Competencia
del Reino Unido (The Competence and Markets Authority o CMA por sus siglas en inglés) expidió sus directrices sobre la "banca abierta" (open banking, en inglés).

Como tal, el término se refiere a la práctica de compartir datos financieros de los clientes de manera segura y controlada con terceras partes, como aplicaciones de gestión financiera personal o proveedores de servicios financieros a través de tecnologías de la información.

Este enfoque busca brindar a los consumidores de servicios financieros un acceso más amplio a servicios personalizados y competitivos. Servicios financieros... Tecnologías de la Información (TICs)... fintech, he ahí nuestro segundo término. En México, la banca abierta es una realidad impulsada y regulada precisamente por la Ley Fintech, promulgada en 2018, y que desde ese entonces catapultó a México como una de las primeras naciones en el mundo en regular a las tecnofinancieras.

De hecho, fue en su momento el único país de América Latina donde, por Ley, todas las instituciones financieras debían adoptar la banca abierta, lo cual estuvo promovido desde su inicio por los grandes reguladores del país: la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y el Banco de México (Banxico), secundados desde luego por los bancos y otros actores de la industria financiera.

La banca abierta ha transformado definitivamente la manera en la que los clientes interactúan hoy con sus servicios financieros. Ahora, tienen la posibilidad de utilizar aplicaciones de gestión de finanzas personales que les permiten tener un mayor control sobre su dinero y tomar decisiones más informadas. Además, gracias a la banca abierta, los proveedores de servicios fintech han surgido como una opción innovadora y competitiva para ofrecer productos financieros a la medida de cada usuario.

La Ley Fintech de México, por su parte, es el marco legal que regula a las empresas de tecnología financiera que desean participar en la banca abierta. Esta ley establece los requisitos y regulaciones que deben cumplir las fintech para operar legalmente en el país y garantiza la seguridad y protección de los datos financieros de los consumidores. Esto fomenta la competencia en el sector financiero al permitir que estas tecnologías brinden servicios innovadores y personalizados a través del acceso a datos bancarios como nunca antes.

Esta legislación ha sido un catalizador para el desarrollo de la banca abierta, promoviendo la colaboración entre los bancos tradicionales y las empresas fintech. Gracias a esto, los mexicanos tienen acceso hoy a una amplia gama de servicios financieros personalizados y atractivos, que se adaptan a sus necesidades y preferencias.

La banca abierta ha llegado para quedarse y seguirá revolucionando la industria financiera en México y en el mundo. Con cada vez más empresas fintech y aplicaciones de gestión financiera personal, los consumidores tienen más opciones para administrar sus finanzas de manera eficiente y obtener los mejores productos y servicios financieros.

Estamos, pues, ante la democratización del acceso a servicios financieros de calidad y un creciente empoderamiento de los clientes, para tomar total control de sus propias finanzas; sin embargo, esto conlleva también una serie de riesgos financieros que no debemos dejar de tomar en cuenta.

Riesgos financieros de los datos abiertos

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La banca abierta y la colaboración con terceras partes plantean desafíos y riesgos significativos para las instituciones financieras tradicionales. Uno de los principales riesgos es la seguridad de los datos financieros de los clientes. Al compartir información con terceros, los bancos deben garantizar que se mantenga la confidencialidad y la integridad de los datos.

Por ejemplo, si un banco comparte datos con una aplicación, existe el riesgo de que dicha aplicación no tenga las medidas de seguridad adecuadas y que los datos de los clientes sean vulnerables a posibles ataques cibernéticos. Por otra parte, la falta de control sobre cómo se utilizan estos datos por parte de terceros puede llevar a problemas de privacidad y pérdida de confianza de los clientes.

Es fundamental que los bancos establezcan acuerdos sólidos con las aplicaciones de gestión de finanzas personales para garantizar la protección de los datos de sus clientes; esto implica asegurarse de que tales aplicaciones cuenten con protocolos de seguridad robustos, como el cifrado de datos y la autenticación de dos factores. Asimismo, es importante que los bancos realicen auditorías regulares para verificar que dichas aplicaciones cumplen con los estándares de seguridad exigidos.

Además de la seguridad de los datos, otro riesgo financiero asociado a la banca abierta es la posibilidad de que los clientes sean víctimas de fraudes o estafas. Cuando se comparten datos financieros con terceros, es importante que los clientes estén conscientes de los riesgos y tomen medidas para protegerse. Esto incluye utilizar contraseñas seguras, evitar compartir información confidencial a través de canales no seguros y estar atentos a cualquier actividad sospechosa en sus cuentas.

Otro aspecto a considerar es el riesgo de que los clientes sean bombardeados con publicidad no deseada o que sus datos sean utilizados para fines comerciales sin su consentimiento. Es responsabilidad de los bancos y de las aplicaciones fintech en general, asegurarse de que los datos de los clientes se utilicen de manera ética y transparente. Esto implica obtener el consentimiento explícito de los clientes para utilizar sus datos con fines comerciales, en caso de que así lo deseen, o brindarles la opción de optar por no recibir publicidad no deseada, siempre con apego a los derechos ARCO.

En resumen: la banca abierta y la colaboración con terceras partes ofrecen muchas ventajas para los clientes, como un mayor acceso a servicios financieros personalizados y competitivos. Sin embargo, también plantean riesgos financieros que deben ser abordados de manera adecuada.

Los bancos y las aplicaciones de gestión financiera personal deben trabajar juntos para garantizar la seguridad de los datos de los clientes y proteger su privacidad. Al mismo tiempo, los clientes deben ser conscientes de los riesgos y tomar medidas para protegerse y mantener el control sobre sus propias finanzas.

Gestión de riesgos financieros en terceras partes

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Para mitigar los riesgos financieros en la era de la banca abierta, es esencial que las instituciones financieras adopten un enfoque holístico de gestión de riesgos que se extienda más allá de sus propias paredes y llegue hasta los terceros con quienes desarrollan estos negocios.

Si bien es cierto que en México se han dado pasos significativos para abordar estos desafíos, como hemos visto, estableciendo estándares de seguridad y directrices sobre el manejo, mantenimiento y aseguramiento de la privacidad de datos que las fintech deben cumplir para operar legalmente, las amenazas también crecen día con día.

A nivel internacional, varios países han implementado regulaciones similares para proteger los datos financieros de los consumidores en un entorno de banca abierta. Esto incluye la supervisión de terceras partes y la imposición de sanciones en caso de incumplimiento de las normativas. La imposición de controles sobre las terceras partes y la cercana vigilancia garantizará que estos servicios sean verdaderas ventajas competitivas en favor de la experiencia del cliente actual, que busca flexibilidad, agilidad y ubicuidad en sus servicios bancarios, pero que no está dispuesto a ceder ni un centímetro en términos de seguridad de la información, ¡mucho menos la financiera!    

En conclusión: la banca abierta ofrece oportunidades emocionantes para la innovación financiera, pero también plantea riesgos significativos. Para prosperar en esta era, las instituciones financieras deben adoptar una gestión de riesgos sólida que abarque no sólo sus operaciones internas, sino también a las terceras partes con las que comparten datos.

La colaboración, la regulación efectiva y la seguridad de los datos son clave para aprovechar al máximo los beneficios de la banca abierta mientras se protege a los consumidores y se mantiene la confianza en el sistema financiero.

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