Hace unos años, un cliente del sector financiero nos contactó con una preocupación urgente: habían descubierto vulnerabilidades críticas en uno de sus proveedores de software, lo que exponía datos confidenciales de sus clientes.
La raíz del problema fue clara: una falta de cumplimiento con las normativas de ciberseguridad. Para cualquier organización que trabaje con terceros, el riesgo es real, y las consecuencias pueden ser devastadoras si no se gestionan correctamente.
Y para esa adecuada gestión, está uno de los marcos internacionales más importantes: el NIST.
Las normativas del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST), específicamente el NIST SP 800-53 y el NIST SP 800-161, proporcionan un marco robusto para identificar, evaluar y mitigar riesgos, tanto, que muchas organizaciones dentro y fuera del territorio de las barras y las estrellas lo consideran un must, si bien no es obligatorio fuera de su territorio.
Más allá de ser una cuestión de cumplimiento con reguladores, se trata de proteger la integridad y la continuidad del negocio en un entorno donde un solo fallo en la cadena de suministro puede tener consecuencias catastróficas y es desde ahí que las organizaciones ven a NIST como un marco de buenas prácticas que puede mejorar significativamente la ciberseguridad y la gestión de riesgos.
Algunas industrias y contratos específicos pueden requerir el cumplimiento de ciertos estándares NIST, tal como aquellas agencias gubernamentales de los Estados Unidos y sus contratistas, vendors y/o proveedores.
Un proveedor no verificado es una puerta abierta para los atacantes, y es responsabilidad de la organización asegurarse de que esa puerta esté bien cerrada.
El cumplimiento de NIST no es una tarea trivial: requiere un enfoque estratégico y bien planificado. Comienza con la identificación de los terceros involucrados y la evaluación de los riesgos asociados a cada uno. Y es aquí donde entra en juego el NIST SP 800-53, que ofrece un catálogo exhaustivo de controles de seguridad que las organizaciones pueden aplicar según el nivel de riesgo.
En un proyecto reciente, implementamos una plataforma automatizada para gestionar riesgos asociados a terceros. La clave fue categorizar a esos proveedores según su riesgo inherente, utilizando herramientas de automatización que nos permitieron hacer evaluaciones continuas.
La integración de la tecnología facilitó la detección temprana de problemas y la aplicación de medidas correctivas antes de que los riesgos se materializaran.
Uno de los mayores desafíos que enfrentan las organizaciones es mantener el control sobre los riesgos de la cadena de suministro, especialmente cuando se trata de proveedores en ubicaciones geográficas diversas. El NIST SP 800-161 se centra precisamente en esto, proporcionando directrices específicas para la gestión de la cadena de suministro en sectores críticos como defensa y tecnología.
La implementación efectiva de las normativas NIST requiere un enfoque muy bien estructurado, con al menos estos cuatro pasos básicos, independientemente de las especificidades de tu organización:
El cumplimiento de las normativas NIST es un pilar fundamental para mitigar los riesgos de ciberseguridad en terceros. Durante el tiempo que llevamos implementando normativas de ciberseguridad, hemos visto cómo una implementación adecuada no solo protege a las organizaciones de amenazas inmediatas, sino que también fortalece la resiliencia y la confianza en los clientes y otros proveedores.
Es de recordarse que la ciberseguridad ya no es una opción, es una necesidad, y las normativas NIST son la brújula que guiará a las organizaciones en este camino.
¿Has implementado las normativas de NIST para gestionar los riesgos de terceros en tu organización? Si tu respuesta es no, y es porque no sabes por dónde empezar, ¡estamos para ti! Haz clic debajo, llena tus datos y avancemos hacia una mayor resiliencia en tu cadena de suministro digital.