Como el viejo dilema de qué fue primero, si el huevo o la gallina, así hemos visto muchas veces la relación entre la gestión de incidentes y la gestión de riesgos.
La gestión de incidentes es un pilar primordial para la sostenibilidad organizacional y su resiliencia. Los directores de gestión de riesgos son los responsables de anticipar y mitigar amenazas antes de que se conviertan en riesgos críticos.
Sin embargo, la desconexión entre la gestión de incidentes y riesgos, a menudo actúa como un obstáculo, creando puntos ciegos que pueden llevar a decisiones inadecuadas y a la asignación ineficiente de recursos.
Esta brecha no solo pone en riesgo la operatividad y la competitividad de la organización, sino también su cumplimiento regulatorio y su capacidad para innovar y crecer de manera sostenible.
A continuación, algunas recomendaciones para superar esta brecha.
Primero, hay que entender que la gestión de incidentes, más allá de ser una respuesta a eventos adversos, es una fuente invaluable de inteligencia operativa.
Su integración efectiva con un catálogo de riesgos permite una visión holística del panorama de amenazas, facilitando la identificación y el manejo proactivo de vulnerabilidades antes de que escalen.
Esta sinergia es crucial para:
El siguiente paso, es implementar estrategias prácticas para integrar ambos elementos y sacar el mayor provecho de ellos.
La gestión de riesgos idealmente precede a la gestión de incidentes, sencillamente porque la gestión de riesgos implica la identificación, evaluación y priorización de riesgos potenciales antes de que ocurran; en cambio, la gestión de incidentes se enfoca en responder y manejar eventos adversos o incidentes después de que han ocurrido.
También hay que decir que la gestión de incidentes y el catálogo de riesgos se refuerzan mutuamente, creando un ciclo dinámico de mejora continua.
Es una sinergia que no solo aumenta nuestra capacidad de respuesta ante incidentes, también mejora la precisión del catálogo de riesgos, ampliando su panorama para reducir las desviaciones o consecuencias de materializaciones, facilitando una gestión de riesgos más informada y proactiva, que es lo que los directores de riesgo más anhelan.
Sin embargo, en la práctica, no todos los riesgos pueden prevenirse completamente, y algunos incidentes inesperados pueden ocurrir, lo que nos recuerda la importancia de tener también un proceso sólido de gestión de incidentes.
La integración efectiva de ambas prácticas de control permite a las organizaciones entender mejor y gestionar el espectro completo de amenazas, vulnerabilidades, riesgos e incidentes, fortaleciendo su resiliencia y eficacia ante adversidades.
La integración efectiva de la gestión de incidentes con el catálogo de riesgos no solo optimiza la resiliencia y la competitividad organizacional, sino que también fortalece la cultura de prevención y mejora continua.
Para los directores de gestión de riesgos, esta integración significa una oportunidad para liderar sus organizaciones hacia una mayor eficiencia operativa, cumplimiento normativo y, sobre todo, hacia un futuro más seguro y sostenible.
Al adoptar estrategias y herramientas adecuadas, las empresas en México y Latinoamérica pueden cerrar la brecha entre la gestión de incidentes y la gestión de riesgos, asegurando así una ventaja competitiva significativa en el panorama empresarial global.
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